Comentario
Indudablemente, los fenicios -y en el Occidente, los púnicos- lograron hermosas obras de arte labradas en marfil y hueso, cuya talla se venía realizando desde el Bronce Antiguo en toda la zona sirio-palestina. Aunque su marco cronológico abarca desde el siglo XIII al VII a. C., la verdadera edad de marfil del Mediterráneo oriental se produjo, al decir de R. D. Barnett, únicamente en los siglos VIII y VII a. C., en los cuales su talla constituyó una de las mayores industrias de la zona, con obradores quizás en las principales ciudades de Palestina, Siria y Fenicia.
Todas las piezas que han llegado a nuestros días demuestran, en general, la pericia de los eborarios fenicios, quienes debían labrar sus composiciones, de tipo religioso o decorativo, en pequeños espacios, sabiendo asimilar sabiamente iconografías y tipologías de ámbitos sirios e hititas, egeos y egipcios.
Si bien se conocen dos grandes momentos en la producción de marfiles y un número relativamente abundante de ejemplares, subsisten numerosos interrogantes -cronologías, escuelas, simbología, difusión- a la hora de profundizar en tal campo artístico.
Al siglo XIV a. C. según los expertos pertenecen los marfiles hallados en Kamid el-Loz, con claras influencias egipcias y cananeas; tales ejemplares consisten en estatuillas, mangos de espejos y otros utensilios, rostros humanos, píxides, y otras cajas, cucharas e incluso un tablero de ajedrez decorado con escenas de caza.
Del siglo XIII a. C. son una plaquita hallada en el hipogeo de Ahiram de Biblos, con el motivo de un toro atacado por un león y un grifón, y la tapa de otro pixis con una roseta, a cuyo alrededor corre una faja con grifones.
Mucho más conocidos e importantes son los marfiles de Nimrud, Arslan Tas, Megiddo, Sainaría y Zincirli, localidades todas ellas alejadas de Fenicia y en las cuales la existencia de tales joyas se ha justificado bien por haber ido allí a trabajar artesanos fenicios, bien por la importación desde Fenicia de tales objetos eborarios, o simplemente por ser parte de botines de guerra.
Los del Palacio noroccidental de Nimrud adornaron un buen número de las más variadas piezas (mangos de abanicos y de espejos, mosquiteros, cajas, muebles). Entre los temas de los fragmentos llegados hay que destacar los usualmente denominados Mujer en la ventana (una hieródula que requiere al transeúnte), Nacimiento de Horus sobre la flor de loto, Ciervo que pace, Vaca amamantando a su ternerillo, Esfinges aladas, León devorando a un joven nubio y, sobre todo, la famosísima, aunque impropiamente llamada, Mona Lisa (25,5 cm; Museo de Iraq).
Los marfiles de Arslan Tash (la antigua Khadatu) son temática y tipológicamente afines a los de Nimrud. Lo mismo debemos decir de los de Samaría, que embellecieron el Palacio de Acab y de su esposa, la tiria Jezabel, aunque éstos de relieve pronunciado y con trabajo de taracea han llegado muchísimo más estropeados.
El grupo de marfiles de tipo sirio estaba representado por los del Palacio sudoriental de Nimrud, que adornaron diferentes objetos suntuarios, tales como píxides, cetros o muebles; y por los del Fuerte Salmanasar, en donde apareció un gran tesoro de marfiles fenicios (se contabilizaron hasta siete grandes colecciones), trabajados con técnica de taracea, esto es, al marfil se le incorporaban vidrios polícromos, lapislázuli y otras piedras semipreciosas. Entre las piezas más importantes hay que reseñar los paneles que formaron parte de tronos, con figuras de divinidades leontocéfalas y los temas ya vistos de la Vaca amamantando a su ternerillo, la Mujer en la ventana y las Esfinges aladas. Ejemplares exentos figuraban a sirios y nubios portando leones, monos o rebecos como tributo. A este grupo sirio deben adscribirse también los marfiles de Zincirli (Sam´al) del siglo VIII-VII a. C., fruto de diferentes influencias estilísticas.
De las tumbas regias de Chipre nos han llegado algunos marfiles de notable interés, de parecida cronología a los de Zincirli. De Salamina proviene un trono que estuvo adornado con paneles que contenían esfinges aladas, así como la cabecera de una cama, en la que en tres registros se recogían escenas con el dios Heh, con la palmera sagrada y con esfinges masculinas. De Enki hay que citar un mango de espejo, hoy en el Museo Británico, con el tema de un Teseo prehelénico luchando contra un monstruo, así como un estuche de juego, adornado en sus lados con una escena venatoria.